Podemos sentarnos relajadamente, en paz, y dejar que nuestra mente descanse y envié a nuestro cuerpo vibraciones frescas y suaves.
Al hacer eso, estoy dándome a mí misma (o) la energía del respeto. El respeto es una energía tranquilizadora, cariñosa, sanadora, que restaura la autoestima y estimula las relaciones buenas y positivas con los demás. Todos necesitan y quieren ser respetados. Recuerdo en mi infancia, mi juventud y edad adulta lo mucho que he necesitado ser respetada (o) por los demás. En esta pacifica soledad, me otorgo respeto a mí misma (o) con un corazón grande y generoso. Cada uno de nosotros tiene un potencial incalculable y entre más respeto demos a las capacidades que tenemos, más les permitimos desarrollarse y que sean de utilidad en nuestras vidas. Desde este estado interno, puedo ver en los demás las mismas capacidades y potencial, que solo esperan poder expresarse. Extiendo hacia la gente que me rodea, ya sea en el hogar, en el trabajo, en la familia, en la comunidad como un solo mundo, esa energía y esa perspectiva tranquilizadora y bondadosa. Puedo visualizar como la oscuridad de la falta de autoestima, las criticas y el temor se disuelven en los rayos de estas vibraciones, permitiendo a la gente mostrarse en toda su belleza y dignidad
